miércoles, 4 de julio de 2012

Voice over - Crónica de una pasión

  Desde los cinco o seis años de vida empezó a jugar con su voz, tratando de imitar a Larvell Jones, el agente moreno multivoz de “Locademia de Policías”, aquella película estadounidense que parodia el accionar y labor policial del país del norte.
  Constantemente intentaba igualar los sonios cotidianos y con el pasar del tiempo fue encontrando su horizonte dentro de los medios de comunicación y más precisamente dentro de las radios, por eso primero estudia Periodismo y luego cursa la carrera de Locutor Nacional.
  Una vez que empiezan a transcurrir los días, meses y años para lograr ser locutor nacional, encuentra una nueva pasión, se obnubila con los doblajes y personificación de dibujos animados, los cuales le permiten jugar ampliamente con su voz.
  Mientras sigue incursionando en el aprendizaje teórico, mediante la iniciación de una nueva carrera profesional dentro del Posgrado y Licenciatura en Periodismo, empieza a imitar a “Gargamuza”, el personaje animado gordito de TVR, al cual hizo tener protagonismo dentro de una clase de Tecnologías Digitales de Comunicacion e Informática.
  En el último tiempo, a raíz de estar cursando el Módulo de Radio dentro de la Universidad Nacional de Rosario, surgió la posibilidad de hacer documentales radiales. De entre casi 60 alumnos surgieron un inmenso crisol de documentales, algunos con voces de personas entrevistadas, otros con la voz en off de algún locutor y otros que mezclaban todos los géneros más algún personaje.
  Un grupo quiso hacer un documental sobre Roberto “El negro” Fontanarrosa y su relación con las malas palabras, pero se encontraron con la necesidad de personificar a “Inodoro”, a “Mendieta” y a “La Eulogia”. Apenas lo plantearon delante de toda la clase, Mariano se lo imaginó a Inodoro dialogando y empezó a hablar con una voz gruesa y rasposa, de un hombre de tierras adentro, y casi sin pensarlo, se ofreció para personificar al gaucho.
  Una vez en el estudio de grabación, con el guión en mano, surgió el inconveniente de que faltaban las voces de “Eulogia y Mendieta”, situación que impedía poder realizar la grabación, porque no tenían forma de hilar la historia, así que sin pensarlo empezó a imaginar cómo hablaría “La Eulogia” y enseguida de le ocurrió que debía ser una voz chillona y mandona, pero que a la vez sea graciosa y así fue como después de varios intentos consiguió personificarla.
  Y arrancó la grabación con los dos personajes interpretados por una misma persona y dialogando entre ellos. Una vez culminado todo el dialogo estipulado, remataba el documental una frase de “Mendieta”, al cual le creó una voz, mezcla de locutor con perro que le dio vida auditiva al entrañable compañero de “Inodoro”.
  Apenas sale de grabar “Malas palabras”, lo agarran al cruce otro de los grupos que necesitaba imitar a Juan Domingo Perón en un discurso que dio a mediados del siglo pasado en San Nicolás. Dubitativo por tamaña imitación, respondió que nunca había imaginado poder imitarlo, pero que lo iba a intentar y probarían.
  Inmediatamente buscó por internet, videos de diferentes discursos del General Juan Perón y mientras los miraba detenidamente, con los auriculares muy fuertes, como para que nada se le interponga entre Perón y su mente, fue imaginando como debía sacar una voz disfónica, pero que a la vez sonara convincente capaz de traspasar y conmover a los oyentes como lo hacía El General.
  Con temor al yerro, pero con toda la predisposición del mundo, se encaminó nuevamente para el estudio de grabación y después de varios intentos fallidos, sacó una símil imitación de Juan Domingo Perón, la cual mezclada con algún efecto sonoro de multitud, parecería como original y permitió darle forma al documental “α y Ω, el primer y el último Puerto“, historia crítica sobre el Puerto de San Nicolás.
  Y así fue, como desde un simple juego con las cuerdas vocales, llegó a personificar e imitar a diferentes personajes y personalidades que hoy en día le permite estar directamente ligado a su pasión con los micrófonos disfrutando de lo que hace y sabe hacer.

Al son imparable

  La noche que se lo oyó por última vez, fue una noche como las demás. A las 20, como siempre, Josele estaba sentado sobre el cajón de verduras vacío y doblando por la esquina se lo ve a Juanico, el dueño del bar, llave en mano y pañuelo mugroso en la otra, el cual lo usaba para secarse el incesante sudor que le fluía de su cuello y cabeza, gracias al inmenso calor que reinaba por esos días, su caminata cojeada lo hacía galopear de a saltitos, camino a abrir el Bodegón de Abajo. Una vez adentro abrieron las ventanas, prendieron las luces y los ventiladores, Flora se puso a barrer el piso, mientras que Benito acomodaba las mesas y sillas, todo a la espera de la concurrencia que habitualmente frecuentaba al bodegón.
  El reloj ya casi marcaba las 20:30 hs y por la puerta principal apareció Fidel, camisa floreada, pantalón blanco y zapatos lustrados, listo para brindar su mejor repertorio salsero junto a su entrañable amigo Josele. Contrabajo y timbaleras en mano, todo listo para la gran zapada centroamericana. Una vez que el sol se ocultó, los clientes empezaron a llegar y el Bodegón comenzó a tener vida.
  Rum, Cuba Libre, Mojito, Daiquiri y Whisky, todas bebidas fuertes que con mucho hielo hacían más llevadero el calor. Y entre copa va y copa viene, se armó el bailongo y la fiesta explotó. Ritmos caribeños y meneos sensuales se apoderaron de la noche. Todo era algarabío y jolgorio hasta que los gallos empezaron a anunciar que el día venia arrancando, mientras que unos pocos borrachos quedaban tirados por los rincones y otros dormían sobre las mesas.
  Josele y Fidel tocaban su último tema mientras Flora trataba de despertar a Raúl, el conductor de un taxi que había bebido de más y estaba soñando sobre una mesa. Después de tanto insistir y entre maldiciones y enojos logró despabilarlo, pero el estado etílico del conductor fue mucho más fuerte que su educación y quiso aprovecharse de Flora.
  Desde la otra punta observaba todo Fidel, quien al ver el abuso del chofer, de un solo salto corrió a socorrer a Flora y se trenzó en forcejeo con Raúl, quien sacó un facón y se lo enterró en el abdomen. Inmediatamente Juanico echó a patadas al taxista y Benito llevó a Fidel al hospital, en donde curaron e internaron a la espera de su pronta mejoría.
  Mientras tanto en el Bodegón de Abajo solo había quedado Josele apoyado en sus timbaleras recordando y añorando lo felices que siempre fueron haciendo música, mientras que murmuraba un rezo para que su amigo se recuperase y este bien pronto, así juntos pueden volver a salsear.

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